Amar es correr el riesgo de no ser correspondido.
Todos pensamos que existe el amor verdadero, éste hará que nuestros corazones se abran lentamente, sonríes sin pensar en absoluto, estas nerviosa cuando no sabes nada acerca de esa persona, te sientes triste por el simple hecho de no verlo/la, en pocas palabras, en el mundo sólo existen los dos.
Pero que pasa si esto no es recíproco.
Aún recuerdo una frase muy peculiar: “Si te equivocas, no importa, hay que levantarse y empezar de nuevo, no hay nada peor que no haber amado nunca, y no abrir los brazos cuando necesitamos el abrazo”.
Era un martes, una noche muy fría, como suelen caracterizarse las noches cuzqueñas, pero un martes muy especial, pues era su cumpleaños. Ella iba caminando por un barrio tradicional “San Blas”, muy afligida por que minutos antes había peleado con su mejor amiga, muchas veces la tristeza hace que perdamos noción del tiempo o quizás no sabemos hacía donde caminamos, pues este fue el primer motivo de toda esta historia.
Rocio sólo pensaba en caminar, y chocó con un joven.
-Lo siento, ando muy distraída- dijo ella, muy sonrojada mientras una lágrima recorría todo su rostro, no podía pronunciar más palabras.
- No te preocupes, ¿Por qué lloras? - dijo aquel muchacho, muy sonriente ¿No creo qué mi golpe haya sido muy fuerte? ¿Cómo te llamas?
Ella se sintió muy avergonzada y no respondió, simplemente continúo su camino, recordando la sonrisa de aquel muchacho, nunca lo había visto y sintió curiosidad por saber quien era.Rocio se froto los ojos llenos de lágrimas y dijo:-Fue muy extraño aquel encuentro- mientras reía incontrolablemente.
Nadie sabe porque las cosas suceden, ni cuando, si no que se siente algo mágico y especial.
Pasaron los días y el recuerdo que tenía Rocío de aquel muchacho desaparecía poco a poco.
El destino no es lo que te va a pasar, sino lo que tú quieres que te suceda.Rocio no quiso olvidar a aquel joven tan rápidamente, ya que de una u otra forma sentía algo extraño cuando pensaba en él; así que decidió buscarlo.
Curiosa, caminó por San Blas como aquel martes, ya eran las 11 de la noche y no veía al Joven, muy triste y desilusionada bajo las gradas de Carmen Bajo, escuchó un ruido muy extraño y al intentar divisar, resbaló.
-Ten más cuidado, no busques morir antes tu hora indicada- dijo el joven, que había ayudado a Rocio a levantarse.Ella muy adolorida, no vio quién había sido el que la auxilió.
-Muchas gracias- dijo Rocio, pero al ver muy bien al joven, reconoció que era el mismo muchacho de aquel martes, él que presentaba la sonrisa más linda dibujada en su rostro, aquel que indirectamente la ayudó a no seguir llorando por su amiga.
-¡Espera! ¿Cómo te llamas?- preguntó Rocio, muy emocionada por que había hallado a aquel muchacho que con tanta intranquilidad y curiosidad buscaba.
- Mi nombre es Samael- dijo el joven, con un tono muy suave, tan suave que Rocio quedó impactada.
Ya era muy tarde y Rocio tenia miedo de llegar a su casa sola, así que Samael la acompañó.
Mientras caminaban, ella sentía que volaba, que su espíritu iba a otros planetas y regresaba a la tierra en una estrella fugaz, jamás le había pasado algo así; no podía articular palabra alguna, solo escuchaba la voz melodiosa de aquel joven.
Al llegar a casa de Rocio, el joven muy educado se despidió, pero ella quedo desconcertada y buscó formas para seguir en contacto con él.Pasaron los días y ella no podía olvidar a aquel joven, parecía que lo conociera por mucho tiempo cuando solo hablaron un día.La amistad entre ellos continúo por un tiempo, pasaron momentos muy felices, Rocio jamás había sentido algo así.Como toda joven de la edad de Rocio, escribía todo lo sucedido en el diario que siempre llevaba bajo la almohada. Escribía cosas tan hermosas.
-Fue amor a primera vista, si, de esos que te duran para siempre. Me enamoré de su forma tan particular de sonreír. Me enamoré de su piel blanca y suave, de su ropa casual y alegre, de su forma de ser, tan generoso con los demás y tan comprensivo conmigo- dijo Rocio en voz silenciosa, mientras anotaba todas sus ideas en el diario.
Quedó dormida entre el diario y los lapiceros de colores que tenía, al despertar empezó a agradecer a Dios por la persona tan maravillosa que había encontrado.
Mientras caminaba rumbo a San Blas, una nostalgia llenó su alma y empezó a llorar, ella no sabía por que lo hacía, siguió caminando y no encontró a Samael; muy triste retorno a su cobijo.
Transcurrieron muchos días y Rocio no sabia nada de Samael, lloraba día tras día, rezaba por él para que Dios nunca lo deje solo y para que pueda encontrarse nuevamente con él.
Muy triste quedó dormida, la libertad existe tan sólo en la tierra de los sueños.
Rocio soñó con Samael, pero él tenía inmensas alas, eran blancas como la nieve y muy hermosas; alrededor tenia un jardín de rosas que solo los Dioses pueden poseer, se encontraba en un lugar donde la calma y la paz eran reyes, donde solo el amor era el fin de todas las cosas.
-¿Samael? ¿Qué haces aquí?- preguntó Rocio muy aturdida.
- Rocio , tus constantes oraciones hicieron que Dios permita que me despida de ti, yo siempre estaré contigo , solo debes rezar , yo soy tu ángel guardián, el día que llorabas por tu amiga , Dios me mandó para consolarte por que era tu cumpleaños , nunca dejes de tener fe , yo estaré para ti todas las veces que me necesites ,no será físicamente pero si espiritualmente- dijo el Arcángel Samael con una sonrisa en su rostro , pero también se podía apreciar tristeza.
Rocio corrió y le dio un abrazo, fue el abrazo mas triste que dio en su vida, pues se había enamorado de alguien que nunca estaría con ella.
Ella despertó y empezó a llorar inconsolablemente, abrió su diario y encontró una imagen del Arcángel Samael.Muy triste fue rumbo a San Blas, pensó que todo había sido un simple sueño, al llegar a la plazoleta vio a un tumulto de gente, curiosa se acercó a ver.
-Es un joven de 19 años- dijo una mujer con los ojos llenos de lágrimas.
Rocio dio un grito, era Samael aquel joven, había muerto atropellado minutos antes de que ella llegara.
Ella empezó a llorar y corrió sin un destino solo decía: “Comenzar de nuevo una y otra vez, como aquella noche, comenzar de nuevo, ya sin reproches; comenzar de nuevo, ya no hay nada atrás”
Pasaron muchos meses, y Rocio no quería enamorarse nuevamente, tenía miedo de que el amor que algún día entregara sea no correspondido.
Sin embargo, su madre la veía muy triste, quiso acercarse a ella, pero Rocio solo se alejaba; hasta que un día, su madre pudo establecer una conversación.
-Hija, fue muy triste para ti la pérdida de Samael, pero tienes una vida muy bonita por delante- dijo su madre, mientras la abrazaba.
-Mamá, es muy difícil superar todo esto, se que Samael me cuida, pero no puedo- respondió Rocio, con una mirada de melancolía.
-Después de haber sufrido tanto, deberías de darle la oportunidad a alguien que te ame; tu bien sabes que lo desea intensamente y también yo se que tu te lo mereces- exclamó su madre, dejando sola a Rocio.
Rocio, pensó en todo lo que había sucedido y decidió iniciar su vida, por que amar es correr el riesgo de no ser correspondido.
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