sábado, 19 de septiembre de 2009

Señor de Qoyllurrit'y






Apu Tayta Qoylluritt’y

Fue la primera vez que tuve la oportunidad de viajar y vivir tan importante peregrinación de la Exaltación del Señor de Qoyllurrit’y que se realizó del 12 al 15 de septiembre del presente año, el viaje se ejecutó con mi madre ya que ella siempre es parte de tan significativa romería, al principio sentía inseguridad de ser partícipe, muchas ideas se asomaban a mi mente ¿La gente? ¿El frío? o simplemente:” No quiero caminar 4 horas”...

- Sandrita ¿Tus cosas ya están listas no? Hace frío, abrígate- vociferó mi madre mientras colocaba velas en la mochila.
- Ma-mi-ta , si ya estoy avanzando- dije un poco aturdida, no había dado la respuesta ; pero el camino ya estaba dibujado , así que no di marcha atrás y alisté mis cosas.

No sabía que íbamos a viajar con una comparsa “Sicllas”, gente que no conocía, solo a alguna tía o una simple cara familiar; en fin, no repliqué simplemente seguí a mi madre; pero a medida de que el carro iba avanzando conversé con todas esas personas muy valiosas, sabían muchas cosas sobre las costumbres cuzqueñas.

El viaje fue muy largo, hicimos muchas paradas en los pueblos pequeños para ejecutar labores sociales como dar chocolatada en el pueblo de Ocongate, donar vestimentas a las familias pobres en la comunidad de Mahuayani, etc.

Al llegar al pueblo de Mahuayani, inició el camino al Santuario de nuestro Tayta, 4 horas caminando y alabando a cada Cruz que se hallaba en el camino al compás de la música del Chakiri, personalmente fue muy hermoso alabar a cada cruz y finalizar con esa melodía, mientras caminábamos observaba viviendas en la cima de las montañas, recuerdo que en una charla de Antropología mencionaron mucho a las personas que habitaban estos domicilios tan alejados, los llamados Q’eros, me emocionó mucho conversar con uno de ellos, a pesar de no dominar a plenitud el idioma Quechua.

Ya en el Santuario ,cubierta de nieve, una alegría embargo mi ser, lágrimas caían y aun no encuentro respuesta a esa reacción, innumerables comparsas se aproximaban, formando un Arco Iris en el templo, cada una alababa a nuestro Tayta; el sueño me traicionaba pero no deseaba cerrar los ojos por que todas las danzas eran muy hermosas, la Fe que cada bailarín manifestaba no se podía comparar con nada, en especial las canciones entonadas por los Ccápac Qollas, estas danzas se realizan en toda la noche.

Al día siguiente, a las 5:00 am las comparsas suben a Mamachapata a alabar, después descienden al santuario para la Eucaristía.
Finalizada la Solemne Misa de Bendición, todas las comparsas retornan a la población de Ocongate, donde son recepcionados en la plaza principal.

En realidad, todo lo descrito anteriormente es solo una pequeña parte de lo que una persona puede vivir en esta hermosa peregrinación, es muy importante ver como la cultura andina se fusiona con el cristianismo.
Agradezco mucho el haber asistido, la alegría es incomparable , sientes que nuestro Tayta está a tu lado todo el camino.

martes, 1 de septiembre de 2009

Las Velas Negras




“Acepta este Espíritu joven para que la magia del agua,

del viento, la tierra y las cosechas,

se reúnan y haya prosperidad en años próximos,

que todo esté en su balance natural

y haz que todo sea paz

y que exista armonía entre el reino de los vivos y de los muertos.”

Desde el inicio de los tiempos el hombre siempre ha estado dispuesto a relacionarse con dioses y espíritus, incluso con aquellos de naturaleza malvada con el fin de vivir más en la tierra, ya que solo ellos podían darles lo que necesitaban. Alianzas y ofrendas para obtener riqueza, poder, salud y bienestar. Aunque en muchos casos la entidad maligna exige el alma eterna de la persona para acceder a las peticiones de los que realizan estas ceremonias.

A lo largo de la historia, se oyó hablar mucho de los sacrificios humanos, éstos fueron practicados por muchas culturas antiguas, se mataban a las victimas para calmar la furia de los dioses o para que los sacerdotes puedan predecir el futuro; los sacrificios mas destacados y crueles en Sudamérica fueron los realizados por la cultura Mochica y los sacrificios Incas.

Numerosas y misteriosas montañas del Perú han sido escenario de los sacrificios Incas, que generalmente se daban utilizando niños, el llamado “Capacocha”, estos niños debían ser adornados con ropa fina y además debían ser perfectos ya que eran educados en centros especiales ( Acllawasi) que tenían como única finalidad ser parte fundamental del sacrificio humano; hermosas princesas y bellas vírgenes eran ofrecidas a los "Apus", ya que de esta forma entraban más rápido al reino de los Dioses. Esto acontecía dos veces al año, concordando con los solsticios de verano e invierno.

Pero en estos tiempos, los sacrificios han sufrido muchas transformaciones ya que generalmente se hacen para conseguir malos fines o simplemente por el placer de ver gente morir, generalmente tienen como materia prima a las velas negras, ya que se asocian esencialmente con aspectos negativos de la vida, con la maldad y los malos deseos.

Una familia limeña muy adinerada conformada por una pareja de esposos con un solo hijo, iba rumbo a la ciudad enigmática del Cusco para conocer los diversos centros arqueológicos que presenta.

Camino a esta ciudad decidieron descansar un momento y pararon en la zona de Silkinchani, que se encuentra a nueve kilómetros al sur de la ciudad del Cusco, antes era considerada como un centro de adoración donde los incas hacían sacrificios humanos al dios Sol, sobre todo de niños.

-¡Papá estoy muy cansado, sería misericordioso que busquemos alguna cabaña y pasemos la noche aquí!- dijo Carlos, un niño de 8 años de edad, muy guapo, educado en el mejor colegio de Lima; aquel muchacho se encontraba muy jadeante.
- Carlos, buscaremos alguna casa que nos acoja esta noche, al parecer no hay personas aquí, si nos adentramos quizás hallemos a alguien- dijo Diego, el padre de Carlos mientras arreglaba su oscura barba.
-¡Hijo! Caminemos para poder descansar ¡Ven! ¡No seas holgazán!- exclamó Jackeline, la madre de Carlos, una mujer muy hermosa e inteligente.
A medida de que la familia caminaba, el sol se estaba escondiendo y el miedo se iba apoderando de cada uno de los integrantes.
- ¿Iman sutiki? (¿Cómo te llamas?)- dijo una voz a lo lejos.
- ¡Papá! ¡Hay alguien detrás de los árboles de Eucalipto! ¡Vamos! Creo que es un habitante- gritó Carlos muy emocionado pues había perdido fuerzas al caminar y el hambre ya empezaba a nacer.
- Hijo, no escuché nada; no hay viviendas por aquí, sería una buena idea acampar- dijo su padre ignorando lo que Carlos había escuchado.
- Diego, aquí están las cosas, arregla todo y pasaremos la noche en este bosque- dijo Jackeline con una sonrisa en su rostro que utilizaba para dar ánimos a su familia que se hallaba perdida entre la oscuridad de aquella fría noche.
Mientras la familia estaba en lo profundo del sueño, Carlos escuchó un sonido de tambores, tan claro que lo despertó, pensando que se trataba de un sueño, encendió la vela, tomó un sorbo de agua del vaso que siempre colocaba por un lado; sus padres estaban muy dormidos..
Apagó la vela y se dispuso a seguir durmiendo, pero una tenue luz se filtraba por la pequeña entrada de la carpa; terminaba de cerrar los ojos cuando los volvió a abrir completamente, sintió un espasmo, aquel sonido que creyó que era un simple sueño, lo estaba oyendo claramente; levantó un poco la cabeza para oír mejor… No había duda, aquella música se originaba en los interiores del bosque.
Muy curioso, se levanto y fue en busca de aquel sonido, abrió la pequeña entrada de la carpa sin hacer ruido alguno y salió.

Caminaba y caminaba, cada vez el sonido se hacía más fuerte, hasta que paró.
-¿Rimay quechua?(¿Hablas quechua?)- dijo un jovencito que llevaba una mascaipacha muy hermosa, un escudo con su banderín, un topaco y una túnica, a la que llamaban en tiempos antiguos “uncu”.
- No te entiendo, yo no conozco tu idioma ¿Quién eres? nunca vi a una persona igual a ti ¡Qué impresionante! ¿No sabes hablar mi idioma?- dijo el pobre niño tan ingenuo.
- ¡Rimamuy kjan, mana waquichinichu quechuata rimaspa! (yo hablo un poquito, pero hablo mal)-exclamó aquel joven, tenia un aspecto maquiavélico.

Ambos caminaron por el bosque, Carlos simplemente quería conocer mas de aquel extraño joven con quien había hablado, llegaron a una cueva, lo insólito era que el lugar estaba completamente vacío, pero al entrar a esa cueva se sentía el olor de velas y el niño observó a mucha gente, entre ellos a niños, ancianos, señoras y señores, todos llevaban puesto unos trajes muy extraños , se encontraban alrededor de una gran plataforma de piedra.
- Ya tengo que irme, ya está amaneciendo – dijo el niño con una voz temblorosa.
- ¡Manan! (¡No!)- respondió el misterioso joven.
- Es demasiado tarde, mis padres se preocuparán, no quiero incomodar en esta ceremonia tan extraña- exclamó el niño llorando.
En ese momento salió un sacerdote, era un hombre muy viejo llevaba puesto una máscara.
-No puedes irte, te quedaras con nosotros hasta el solsticio de verano- respondió aquel “sacerdote”.
En ese momento muchos de los que estaban presentes ataron al inocente niño en la plataforma, y cerraron la cueva.
El niño gritaba pero no se podían oír sus llantos pues la cueva estaba muy bien sellada.
Los padres de Carlos, al levantarse, no lo encontraron, muy preocupados salieron a buscar en todo el bosque, pero solo hallaron la linterna de su hijo.

Pasaron los días y llegó el esperado solsticio de verano.
Un fuerte rayo de luz cayó sobre los débiles ojos de Carlos que se encontraba moribundo en aquella cueva.
-Muy bien niño, haz soportado el hambre y la sed eso significa que los Dioses te aceptarán- dijo el sacerdote, en sus manos llevaba unas prendas muy hermosas cubiertas de oro pero también tenían sangre.
- Entonces ¿Qué esperamos? Vistamos a este niño privilegiado para la ocasión- dijo una mujer, que levantó a Carlos y empezó a vestirlo.

Cada vez las cosas eran más extrañas, pues ahora estas personas no llevaban aquellos trajes como la mascaipacha o el uncu; al contrario, tenían puesto unas extrañas vestimentas negras.

Terminaron de vestir al pobre niño y lo llevaron a la cumbre más alta de una montaña, 7 mujeres llevaban 7 velas negras prendidas mientras repetían unas frases muy extrañas.

-Acepta este Espíritu joven para que la magia del agua, del viento, la tierra y las cosechas, se reúnan y haya prosperidad en años próximos, que todo esté en su balance natural y haz que todo sea paz y que exista armonía entre el reino de los vivos y de los muertos- decía el “sacerdote” mientras reía hipócritamente.

Llegaron a la cumbre y procedieron a prender mas velas negras, pues estas están relacionadas con la noche, la oscuridad y la muerte. El negro representa a los espíritus dañinos y a los poderes del lado oculto. Es el color con que nos entierran, significando la muerte y la tierra de la alquimia. Es la putrefacción y también el florecimiento a la nueva vida que se mueve en las profundidades y la oscuridad. Simboliza la tristeza y luto, la pérdida, la maldad y confusión.Mientras el “sacerdote” sacaba el cuchillo, el pobre niño empezó a suplicar por su vida, pero la maldad y el odio se apoderaron de aquel hombre que empezaba a realizar aquel acto tan cruel.

-¡Oh gran señor de las tinieblas, te ofrecemos este cuerpo tan inocente para que nos concedas más años de vida!- gritó el “sacerdote” y empezó a penetrar el cuchillo en el corazón del niño.
- ¡Tengan piedad!-dijo el niño tartamudeando, mientras miraba consumirse la temible vela negra.

En ese momento tiraron las velas en el cuerpo, y aquellos hombres que acompañaban al sacerdote empezaban a cantar un himno a la muerte y a la oscuridad, burlándose de las sagradas costumbres incas.
Al finalizar, todos descendieron de la montaña y se fueron.
Pasaron los días y los huesos del pobre niño fueron arrastrados por el viento y llegaron al lugar donde antes se encontraba la carpa.

La policía del Cusco se encargaba de investigar el misterio hasta que hallaron los huesos y algunos pelos de ese niño.
-Señora Jackeline, es muy triste para mí, informarle que su hijo fue asesinado- dijo el policía con lágrimas en sus ojos.
- ¡Es imposible! ¿Quién podría matar a mi hijo a esas horas de la noche? Si no había persona alguna- respondió su madre mientras lloraba inconsolablemente por la pérdida de su único hijo.
- Muchas veces a este lugar vienen personas de sectas que honran al demonio , engañan a los turistas haciéndoles creer que son los incas , se burlan de las costumbres antiguas, hace 4 años sucedió algo similar y no pudimos atraparlos- dijo el policía.
- ¿Mi hijo murió en un sacrificio humano? ¡Eso quiere decir!¡ Es tan cruel!- dijo Jackeline con los ojos llenos de furia y tristeza.
- ¡Lo siento mucho señora, pero no descansaremos hasta atrapar a estos desalmados asesinos!- exclamó el policía.

Los días se hacían más largos, y la pareja de esposos solo quería hacer justicia por la muerte de su pobre hijo, hasta que oyeron que en la cueva encontraron muchas velas negras y a un joven que había sido engañado atado a la plataforma.
Este joven contó a la policía lo sucedido, describió a las personas que se encontraban en este ritual.
Los policías tendieron una trampa a esta secta, y fueron capturados.
El cabecilla de esta banda contó todos los asesinatos que había cometido y fue castigado con los demás integrantes de la secta diabólica.
Pero la tristeza de la pareja de esposos no podía terminar solo con el castigo de los asesinos, pues el agujero que deja un hijo no se puede llenar con nada.
Pasaron los años y Silkinchani fue reconstruido por los trabajadores del INC.
Jackeline y Diego tuvieron otro hijo, a quien amaron y cuidaron siempre recordando a Carlos, apoyaron a la reconstrucción de Silkinchani pues no querían que otras familias sufrieran lo mismo que ellos pasaron.