jueves, 29 de octubre de 2009

Reflejos


Los espejos siempre han sido objetos temibles al no saber muy bien lo que reflejan ni quien los habita cuando nadie mira.


Los espejos tienen un misterio, ocultan secretos que quizás nosotros no podemos percibir. Desde tiempos remotos, los espejos han sido siempre un enigma y han producido temor, los espejos siguen siendo considerados por muchos, puertas de conexión con otros mundos alejándose de la realidad o quizás sean medios para poder robar el alma de los mortales.

El tiempo pasaba muy rápido y las cosas ya estaban listas, la abuela solo se encargaba de guardar al perro.
Era la primera vez que compraban una casa fuera de la ciudad y Rayza se sentía muy emocionada, pensaba en las cosas que encontraría, ya quería estar ahí y divisar el campo, dormir en medio de la soledad tan sólo escuchando el cantar de los pájaros, pensaba y pensaba hasta que quedó profundamente dormida.

-Hija, ya llegamos a Urubamba ¡Levántate! – exclamó su madre mientras sacaba las cosas del auto.
Rayza, empezó a observar el lugar y vio una extraña casa, era muy grande poseía infinidad de puertas y ventanas, parecía que en el lugar solo existían la casa y el campo.
Arreglaron la casa completamente, se encontraba llena de polvo, pero el simple hecho de ver los hermosos cuadros que guardaba en su interior, animaban a aquella familia a seguir trabajando en la limpieza.

El aburrimiento se cura con curiosidad. La curiosidad no se cura con nada.
Rayza, estaba muy cansada así que decidió investigar que cosas habían en esa casa, era muy antigua y eso aumentaban las ganas de saber que secreto podría guardar esta morada.

Bajó las viejas escaleras, hacían demasiado ruido; vio una puerta y decidió entrar.
-Qué extraña habitación, quienes habrán habitado antes este lugar- dijo Rayza, mientras observaba las cosas que se encontraban en la habitación, hasta que vio un espejo; era colosal, conservaba un marco de madera muy viejo.
- ¡Este espejo es muy hermoso, lo llevaré a mi habitación para poder utilizarlo!- Repetía Rayza- ¡Papá! ¡Papá! Necesito que lleves este lindo espejo, será mío.

Pasaron los días y Rayza miraba su rostro constantemente en el espejo, vivía obsesionada con su imagen, no quería salir de casa, no participaba en fiestas familiares, solo observaba la belleza que guardaba el espejo. Mientras se miraba en el espejo empezó a observar unos fenómenos muy extraños; vio una especie de sombra redonda pequeña que salió del espejo y saltó a su cama; asustada corrió y no dijo nada a sus padres de lo sucedido.

Las noches para Rayza se hacían muy largas, pues sentía que alguien salía del espejo y se sentaba a observarla.

Una noche Rayza quiso saber quien era la persona que salía del espejo, pensaba que era una broma hecha por sus padres para dejar la vanidad.

Sonó el reloj y marcaba las 3 de la mañana y Rayza sintió que alguien se sentaba en sus piernas, miró cuidadosamente y divisó a una niña, tenía cabello muy largo y ondulado, era de tez blanca pero no poseía ojos ; llevaba en sus manos una muñeca muy vieja, llevaba puesto un vestido azul manchado de sangre.

Rayza temblorosa empezó a dormir, rezaba para que aquella niña no le haga daño.

Fue un viernes de 1994, era cumpleaños de Rayza, ella intentó olvidar lo sucedido la noche anterior, pero los recuerdos siempre estarán marcados en nuestras mentes.
-Hijita, hoy cumples 11 años y me siento muy emocionada- dijo su madre mientras arreglaba el cabello de Rayza.

Es cierto, Rayza cumplía 11 años, la fiesta había terminado y ella muy cansada subió a su dormitorio, pero sentía temor pues no quería encontrar nuevamente a aquella niña.
-El mundo gira y gira sin parar, cuando se detenga yo viviré- dijo una voz muy triste.

Rayza, muy curiosa ,quiso saber quien cantaba, salió de su habitación y buscaba de donde provenía esa voz que cada vez se hacía mas fuerte, cada vez se hacía mas débil, hasta que ella volvió a su dormitorio, al cerrar la puerta vio a la niña sentada .
-Hola Rayza, hoy cumples 11 años, me gustaría jugar contigo- dijo la niña, con una sonrisa maquiavélica dibujada en su rostro.
- ¿Quién eres?- preguntó Rayza, muy asustada.
- No me extraña que no me conozcas, eres una simple mortal, siempre te veía a través del espejo, fueron tantas veces que llamaste mi atención y salí de mi mundo para conocerte – dijo la niña
- Es de noche y nadie nos molestará, esta bien ¡Vamos a jugar!- dijo Rayza- Pero no demoremos mucho, por que mi madre puede enojarse.
- Tengo muchas piedras de colores, debes adivinar que colores son y te las voy a regalar, pero si no adivinas seguirás jugando hasta adivinarlas- dijo la niña, mientras sacaba las piedras.
Jugaron por mucho tiempo, hasta que amaneció; la madre de Rayza empezó a llamarla.
-Oye, ya es muy tarde debo ir a desayunar- dijo Rayza muy cansada.
- Tienes que ganar si realmente quieres salir de tu habitación ¡Vamos Rayza!¡ Sigamos jugando!- exclamaba la niña.
- Está bien- dijo Rayza.

Jugaron y jugaron, hasta que Rayza ganó y quiso retirarse.
-Quiero irme, déjame salir, cumple tu promesa- dijo Rayza, lloraba inconsolablemente.
-No solo que el alma de los muertos queda atrapada en los espejos sino que, además, el anima en transito de quien acabara de fallecer puede arrastrar con ella el alma de los vivos hacia el misterioso universo de las sombras. ¿No sabes lo que te aguarda Rayza? Pobre mortal, todo el tiempo que haz jugado conmigo, fueron 48 años de tu vida ¿Quien crees que era la que aparecía en la superficie del espejo cuando te pones frente a el? Era yo, yo he muerto aquí y me robé tu niñez- dijo la niña mientras reia.

Rayza quiso salir de su habitación, pero se dio cuenta que estaba encerrada en el espejo.

Rogó mucho a la niña, hasta que logró escapar.
-¡Mamá! ¡Papá!- gritaba la pobre niña.
Rayza se encontraba en otra casa, con otras personas, empezó a llorar y solo pidió que si su destino era quedar atrapada en el espejo, su último deseo era despedirse de sus padres.
Los duendes y almas del espejo le permitieron cumplir este deseo.
Tocó el timbre de una casa extraña, aun llevaba la vestimenta de aquel día, del día de su cumpleaños.
Una anciana le abrió la puerta, era su madre consumida por la tristeza y los años.

-Hija mía ¿Dónde te haz perdido? Aún tienes 11 años – dijo su madre con los ojos llenos de lágrimas, mientras abrazaba a su hija que aun era una niña.
- Fue muy grande la curiosidad y la vanidad que tuve, ahora viviré eternamente detrás del espejo, los duendes me dejaron venir, yo te amare por siempre mamita, quiero que nunca te olvides de mi- dijo Rayza mientras desaparecía en la oscuridad de la noche.

Ese espejo sigue en aquella casa, es temido por todos los habitantes y nadie quiere mirarlo.